Tenia razón Neluco cuando me afirmaba que el hombre de inteligencia cultivada lleva en si propio los recuerdos necesarios para vivir a gusto en todas partes, con tal que no trueque los cabos de la polea ni se empeñe en subir lo que está abajo, en lugar de bajar lo que está arriba, hasta conseguir el nivel de ideas apetecido para un fin determinado.