No esperemos recompensas de nuestras fatigas y desvelos.
José de San Martín
La existencia sería intolerable si no hubiera ensueños.
Anatole France
El humano juzga todo en el minuto presente sin entender que juzga solo un minuto: el minuto presente.
Antonio Porchia
Ya nada me distingue del mundo porque nada detengo. Pero (sopla lento el viento) cada partícula de polvo, cada gota de agua que viene en el viento, un instante antes de entrar en mí se detiene. Nada me distingue del mundo, es cierto, pero nada me traspasa. Todo, justo un instante antes de perforarme, me señala, me sostiene, me demarca.
Carmen Boullosa
Erase una vez concretamente en los días mejores del año, la víspera de Navidad, el día de Nochebuena en que el viejo Scrooge estaba muy atareado sentado en su despacho.
Charles Dickens
Cuando nuestro odio es demasiado profundo, nos coloca por debajo de aquellos a quienes odiamos.
François de La Rochefoucauld
Nene, no sabés como está entrenando el Diego, parece Rocky II.
Héctor Veira
El que emplea muchas palabras para explicar algo, hace como la jibia: se esconde en su propia tinta.
John Ray
Nos llamaban los 'seven up' porque éramos sólo siete universitarios peronistas.
Luis Juez
Nada en este mundo es para siempre mas que el amor que dejamos tras marcharnos.
Mercedes Pinto Maldonado
Pero, ¿cómo -dije yo- podría contestar, oh, el mejor de los hombres, quien primeramente no sabe nada, y así lo confiesa, Sócrates.
Platón
La duda sistemática como principio del conocimiento.
René Descartes
Lo que más se ama, más veces corre peligro.
Séneca
Todo el mundo quería estar con Sid, pero desafortunadamente llegó Nancy. Ella tenía una piel increíblemente gruesa, era una de las personas más desagradables que he conocido. Todos podían ver a través de ella, excepto Sid.
Sid Vicious
Tengo más miedo de ser un don nadie que de morir.
Tom Cruise
La Historia nos ayuda a salir de la ilusión maniquea en la que a menudo nos encierra la memoria: la división de la humanidad en dos compartimentos estancos, buenos y malos, víctimas y verdugos, inocentes y culpables.
Tzvetan Todorov