No quedan más que dos medios para evitar que el lujo sea la total ruina de esta nación: o superar la industria extranjera, o privarse de su consumo, inventando un lujo nacional que igualmente lisonjeara el orgullo de los poderosos y los obligara a hacer a los pobres partícipes de sus caudales.
Los cinicos te dirán que lo bueno que hagas hoy será olvidado mañana. Yo digo, hazlo de todos modos.