Dos son las obras que dejan en pos de sí los hombres: una la obra en sí misma y otra, la imagen que del hombre se forman los demás.
Jorge Luis Borges
Mejor aplicar el llanto siempre que sea posible, como la medicina antigua aplicaba la sangría.
Alejandro Casona
Por las noches cuando rezo es tu nombre una oración, eres el amor más puro que llevo siempre en mi corazón.
Alejandro Sanz
Enojarse es fácil, pero enojarse en la magnitud adecuada, con la persona adecuada, en el momento adecuado eso es cosa de sabios.
Aristóteles
Y que tus pies transitan abriendo huellas indelebles donde puede leerse la historia del mundo y el porvenir del universo y ese ligarse luminoso de mi vida a tu existencia.
César Moro
Nunca he creído posible que una habilidad natural o adquirida pudiera desdeñar la compañía de otras virtudes más humildes como la laboriosidad y la perseverancia. En este mundo no hay nada comparable al deseo de llegar hasta el fondo de las cosas.
Charles Dickens
Hay cuatro cosas sin las cuales habría vivido mejor: algunos amores, chismes, pecas y dudas.
Dorothy Parker
Aquel que puede negar a Dios ante una noche estrellada, ante la sepultura de sus seres más queridos, ante el martirio, es o un gran infeliz o un gran culpable.
Giuseppe Mazzini
¿Cómo sabe cuando termina una pintura? Pollock: ¿Cómo sabes cuando terminas de hacer el amor?
Jackson Pollock
La gloria, como la luciérnaga, brilla a cierta distancia; mas vista muy de cerca ni da luz ni calor.
John Webster
La libertad no consisite solamente en seguir la propia voluntad, sino también a veces en rehuirla.
Kōbō Abe
La belleza de la naturaleza y la belleza del entorno cultural creado por el ser humano son, evidentemente, ambos necesarios para mantener la salud del alma y del espíritu del ser humano.
Konrad Lorenz
Usualmente me encuentro con la siguiente situación: con sabios que aún buscan la sabiduría y el saber y con estúpidos que creen haberla encontrado.
Napoleón Bonaparte
La risa ruidosa muestra la vaciedad del espíritu.
Oliver Goldsmith
Hay casos tan feos, que aún al que los castiga ofenden.
Séneca
Me senté, mirando aquel paisaje rico en bosques, refulgente con la luz majestuosa y melancólica que a cada momento disminuía más. Los rincones de la habitación se encontraban ya en sombras. Todo oscurecía y la lobreguez insensiblemente afinaba mi mente, de por sí preparada para lo siniestro. Esperaba a solas su llegada, que no tardó en ocurrir.
Sheridan Le Fanu