Malvina odiaba aquella tierra, la ciudad llena de murmuraciones, de los dimos y diretes. Odiaba aquella vida y contra ella pensaba luchar. Comenzó a leer, encaminada por Juan Fulgencio, que le recomendaba libros. Descubrió otro mundo más allá de Ilhéus, donde la vida era bella, donde la mujer no era esclava.