Siempre me gustó decidir sobre mi propia vida y siempre odié a la gente que me dice qué hacer.
Johnny Ramone
Los premios y los reconocimientos hay que aceptarlos y no ponérselos encima. Eso es vital: no creérselo. En cuanto te lo creas, malo, malo.
Alfredo Landa
En la biblioteca me sentía feliz.
Alice Munro
Justo es que un Dios purísimo no se revele sino a quienes han purificado su corazón.
Blaise Pascal
Si numerosas especies en realidad comenzaron su existencia de súbito, ese hecho sería fatal para la teoría de la evolución.
Charles Darwin
No diferir nada, es el secreto más excelente del que conoce el valor del tiempo y necesidad propia.
Eduardo Laboulaye
La lucidez es el único vicio que hace al hombre libre: libre en un desierto.
Emil Cioran
Es muy cierto que gran parte de los hombres que son incapaces de amar tampoco valen mucho para la amistad. Pero también se ve menudo lo contrario.
Georg Christoph Lichtenberg
Hay una razón primordial por la cual debemos leer. A la información tenemos acceso ilimitado; ¿Dónde encontraremos la sabiduría?
Harold Bloom
A mí lo que más me influye, como escritor, es la noción de montaje, el collage, el intentar articular un texto siguiendo técnicas que se acercan al cortar y pegar de la película.
Jenaro Talens
Las guerras no son causadas porque se construyan armas. Son causadas cuando un agresor cree que puede alcanzar sus objetivos a un precio aceptable.
Margaret Thatcher
Donde hay una empresa de éxito, alguien tomó alguna vez una decisión valiente.
Peter F. Drucker
Es algo que sucede cuando muere la gente: la discusión desaparece con ellos, y personas tan llenas de defectos mientras respiraban que a veces eran casi insoportables ahora se muestran de la manera más encantadora, y lo que menos te gustaba anteayer se convierte, en la limusina detrás del coche fúnebre, en una causa no sólo de regocijo solidario sino incluso de admiración.
Philip Roth
Se puede matar al soñador, pero no al sueño.
Ralph Abernathy
La Naturaleza provee a cuanto ella exige.
Séneca
Las lágrimas que curan son también las lágrimas que queman y mortifican.
Stephen King