A medida que, año tras año, van desapareciendo de nuestra vista los seres que amamos, es consolador meditar, lleno de fe, cómo va creciendo en el Paraíso nuestra Porción.
John Keble
De lo que hayas amado, sólo cenizas quedarán.
Agustín de Hipona
En España, donde hay ladrones tan poéticos, tan caballerescos, que casi son los únicos caballeros del país.
Benito Pérez Galdós
La aceptación generalizada de una idea no es ninguna prueba de su validez.
Dan Brown
Yo no soy, ni pretendo ser masoquista. Me adoro mucho para sufrir, aunque de vez en cuando, sin el afán de querer padecer un mal momento... He soltado alguna lágrima, sobre todo, cuando se ha roto una relación de amor.
Gloria Trevi
Se produce entonces una regresión: el gladiador se convierte en la figura emblemática del modelo social dominante. El fuerte tiene la razón, el débil está equivocado.
Jean Ziegler
La naturaleza educa al hombre para las relaciones sociales y por medio de las relaciones sociales.
John Dewey
Un pedazo de Paraíso lo arregla todo.
Juan Bosco
Tus rimas son pólvora mojada y la instrumental esta cargada de buena mierda rimada.
Kase.O
No es la privación de conocimientos lo que hay que temer, sino el error y los juicios falsos.
Madame de Lambert
El hallazgo afortunado de un buen libro puede cambiar el destino de un alma.
Marcel Proust
La duración de su educación es menos importante que su amplitud y la duración de su vida es menos importante que su profundidad.
Marilyn Vos Savant
Fui un empleado del Gobierno por la mañana y un escritor en la noche.
Naguib Mahfuz
El mastil de la guitarra esta en mi cabeza, y yo me muevo sobre él como si fuese mi casa.
Pappo
Yo ahora era libre, podía hacer lo que se me antojara... Matarme si quería... Pero eso era algo ridículo... Y yo... Yo tenía necesidad de hacer algo hermosamente serio, bellamente serio: adorar a la vida.
Roberto Arlt
El señor Ramsay abrió los brazos al tropezar en el pasillo una mañana oscura, pero, como la señora Ramsay había muerto de forma inesperada la noche anterior, los brazos extendidos siguieron vacíos.
Virginia Woolf