Lo mejor que puedes dar a tu enemigo es el perdón; a un oponente, tolerancia; a un hijo, un buen ejemplo; a tu padre, deferencia; a tu madre, una conducta de la cual se enorgullezca; a ti mismo, respeto; a todos los hombres, caridad.
John Hutton Balfour
Una afición no hay por qué practicarla.
Alfred Molina
Por supuesto no hay una fórmula para el éxito excepto, tal vez, aceptar incondicionalmente la vida y todo lo que trae consigo.
Arthur Rubinstein
Si notas que no tienes confianza, levanta la cabeza. Si estás rodeado de personas que te imponen, levanta la cabeza. Si quieres sentirte mejor, levanta la cabeza.
David Valois
El mundo sólo erige altares a las víctimas que ha sacrificado. La historia de la humanidad es la historia de los mártires.
Eduardo Laboulaye
¿El final de la historia, el fin del hombre?, ¿es serio pensar en ello? Son sucesos lejanos que la Ansiedad -ávida de desastres inminentes- desea a toda costa precipitar.
Emil Cioran
El momento más oscuro es antes de amanecer.
Filósofo de Güémez
La fuerza de una creencia no tiene ninguna relación con su veracidad.
Irvin D. Yalom
El exiliado mira hacia el pasado, lamiéndose las heridas; el inmigrante mira hacia el futuro, dispuesto a aprovechar las oportunidades a su alcance.
Isabel Allende
A pesar de todo, al contrario de lo que mucha gente cree, el verdadero amor hace a los enamorados inmunes a las tentaciones.
Naguib Mahfuz
La bondad brasileña se está deteriorando. De quince en quince minutos, aumenta el desgaste de nuestra delicadeza.
Nelson Rodrigues
Lo importante no es llegar a la F1, sino dar el cien por cien y disfrutar.
Pedro Martínez de la Rosa
Debemos buscar para nuestros males otra causa que no sea Dios.
Platón
La frase con alambre de púas, la palabra laboriosamente rara, la afectación intelectual del estilo, son todos trucos divertidos, pero inútiles.
Raymond Chandler
El surrealismo es revolucionario ya que es enemigo irreductible de todos los valores ideológicos burgueses que retienen al mundo en las horribles condiciones actuales.
René Magritte
El caos reinaba en todas partes porque los proscritos y los psicópatas ya no eran lo que eran realmente: criminales. Ahora eran perturbados mentales, víctimas de hogares destrozados o individuos privados de cultura y de las ventajas y privilegios que les correspondían.
Taylor Caldwell