La revolución solamente es concebible si comenzamos a partir del supuesto de que ser un revolucionario es un asunto muy común, muy habitual, de que todos somos revolucionarios, aunque en formas muy contradictorias, fetichizadas, reprimidas. El grito, el NO, el rechazo que es parte integral del vivir en una sociedad capitalista: ésta es la fuente del movimiento revolucionario.