Conciudadanos del mundo: pregúntense no qué pueden hacer por ustedes los Estados Unidos de América, sino qué podemos hacer juntos por la libertad del hombre.
John F. Kennedy
El general con quien uno habla hará magníficos elogios del general derrotado, y luego se le caerá la baba contando con todo detalle cómo le derrotó.
Ernest Hemingway
La verdad es hija del tiempo, no de la autoridad.
Francis Bacon
Una norma de vida: si puedes oler a ajo, todo anda bien.
J. G. Ballard
El artista moderno trabaja con el espacio y el tiempo, y expresa sus sentimientos en lugar de ilustrar.
Jackson Pollock
Todo el mundo es tan inestable como el agua.
Joseph Heller
En cuanto se concede a la mujer la igualdad con el hombre, se vuelve superior a él.
Margaret Thatcher
El puerto, lleno de niebla, está demasiado romántico...
Martín Adán
Tómese dos docenas de besotes. Añádase una dosis de mantequilla del Deseo. Agréguese tres gramos de tapioca de los Celos. Échese cuatro cucharadas de azúcar de la Melancolía. Colóquese dos huevos. Agítese con el brazo de la Fatalidad y tómese de dos en dos horas marcadas en el reloj de una sola aguja.
Oswald de Andrade
Yo lo llamaría animal, pero los animales solo matan para alimentarse.
Patrick Wilson
El río de la verdad va por cauces de mentiras.
Rabindranath Tagore
Un hippie es alguien que tiene las pintas de Tarzán, que camina como Jane y que huele como Cheetah.
Ronald Reagan
Hasta la muerte huye de los desgraciados.
Séneca
Aquella noble arquitectura era toda simplicidad; cada ornamento, colocado en su propio lugar, parecía ocuparlo como obedeciendo a una necesidad.
Voltaire
¡Estábamos bien! Unidos: mi madre, mis hermanos, mi padre... me pegaba pero... él mandaba. Era un hombre fuerte, alto, sólido, guerrero. Pero debo decir que años después cuando estaba en Nueva York, habría preferido un bofetón de mi padre a esa soledad.
Waris Dirie
¡Ay madre! Cuando estemos satisfechos de comer, de hablar, de reírnos y maravillarnos, nos vamos cada uno a lo nuestro: yo a mi cama, donde distraído abro la esclusa intemporal del sueño, tú a tu tumba, donde susurra la hierba familiarmente con su voz de tiniebla y eternidad.
William Heinesen