Su hermano se acercó a la ventana y, mientras contemplaba a aquellos cientos de personas que trajinaban o deambulaban a lo lejos, reparó en que todos -los niños pequeños, los niños no tan pequeños, los padres, los abuelos, los tÃos, los hombres que vivÃan en las calles y que no parecÃan tener familia- llevaban la misma ropa: un pijama gris de rayas y una gorra gris de rayas.
No mido el éxito de un hombre por lo alto que llega, sino por lo alto que rebota cuando toca fondo.