Existe la opinión de que la poesía debe mejorar tu vida. Creo que la gente la confunde con el Ejército de Salvación.
John Ashbery
Los privilegiados arriesgarán siempre su completa destrucción antes que ceder una mínima parte de sus privilegios.
Antonio Gala
Lo que no quieras que los otros te hagan a ti, no lo hagas a los otros.
Confucio
Más grande que el amor a la libertad, es el odio a quien te la quita.
Ezra Pound
La constitución progresista debe considerar garantías individuales, educación laica y gratuita, igualdad de géneros, un México libre por la separación de la Iglesia y el Estado.
Ignacio Ramírez
Inicialmente estaba Bach..., y entonces todos los otros.
Johann Sebastian Bach
Un comunista no piensa en sus deseos personales sino en lo que conviene a la revolución.
Julia Navarro
Vas a decirme lo que quiero saber, es sólo una cuestión de cuanto quieres que duela.
Kiefer Sutherland
A partir de cierta edad hacemos como que no nos importan las cosas que más deseamos.
Marcel Proust
La luna a todo correr las cimas de los árboles detienen la lluvia.
Matsuo Basho
En un régimen de dominación de conciencias, en que los que más trabajan menos pueden decir su palabra, y en que inmensas multitudes ni siquiera tienen condiciones para trabajar, los dominadores mantienen el monopolio de la palabra, con que mistifican, masifican y dominan.
Paulo Freire
Cuando nosotros detectamos que se han vulnerado mis derechos de propiedad intelectual... El último as, te guardas el de la manga.
Ramoncín
Dicutir con un hombre que ha renunciado al uso de la razón, es como darle medicina a un muerto.
Robert G. Ingersoll
No me lo creo. Que al despegar tu puño de sus caras no sientas tú el dolor. Que al quitarte el casco no te ciegue la luz del Sol. Que al volver a tu casa te quede corazón suficiente, como para besar a tu mujer, como hacen las personas. Como si fueras de los nuestros.
Shinoflow
El trabajo es la mejor medicina para todas las enfermedades y desgracias que abruman a la humanidad.
Thomas Carlyle
Lo inverosímil es lo que más se parece al milagro.
Umberto Eco