¿Sabe cuál es la gran mentira de este país, senadora? Que el poder puede ser inocente.
Jesse Eisenberg
No hay otra tontería mas perniciosa que haya inventado el hombre que los tratados comerciales.
Benjamin Disraeli
¿Has visto a los clientes en materia de salud - tiendas de alimentos? Son pálidos, las personas delgadas que parecen medio - muertos. En una casa de la carne, se ve robusto, personas rubicundas. Se están muriendo, por supuesto, pero tienen un aspecto estupendo.
Bill Cosby
Lo que posees acabará poseyéndote.
Brad Pitt
Pide que el camino sea largo. Que sean muchas las mañanas de verano en que llegues, ¡con qué placer y alegría!, a puertos antes nunca vistos.
Constantino Cavafis
La gente buena, si se piensa un poco en ello, ha sido siempre gente alegre.
Ernest Hemingway
Estudié la vida de grandes y famosos hombres y mujeres, y descubrí que aquellos que llegaron a descollar fueron los que emprendían todo trabajo que les tocase hacer con todo vigor, energía, y entusiasmo de que eran capaces.
Harry S. Truman
Basta un poco de escolarización para enseñar a los escolarizados la superioridad de los más escolarizados.
Iván Illich
Eras tu la que murmurando en mi oreja, con calor me fuistes creando.
Joseph Brodsky
Cuando una no tiene demasiado interés por algo es cuando sale bien.
Keira Knightley
De lo que no podemos hablar debemos guardar silencio.
Ludwig Wittgenstein
Si en los seis primeros meses no me montan tres huelgas generales, no lo estaré haciendo bien.
Mariano Rajoy
Los celos se engendran entre los que bien se quieren, del aire que pasa, del sol que toca y aun de la tierra que se pisa.
Miguel de Cervantes
Lanza primero tu corazón y tu caballo saltará el obstáculo. Muchos desfallecen ante el obstáculo. Son los que no han lanzado primero el corazón.
Noel Clarasó
El jugador de ajedrez debe trasladar sus capacidades intelectuales a otras artes como las letras y la filosofía, ya que realiza muchas más combinaciones que casi todos los autores literarios.
Paul Valéry
Jubilosos de abochornar el peligro a bofetadas de coraje, hubiéramos querido secundarlo con la claridad de una fanfarria y la estrepitosa alegría de un pandero, despertar a los hombres, para demostrar qué regocijo nos engrandece las almas cuando quebrantamos la ley y entramos sonriendo en el pecado.
Roberto Arlt