A veces la mudanza del nombre de los objetos basta para mudar los sentimientos de los hombres. Los romanos aborrecían el nombre de rey, y toleraron los de dictador y emperador.
Jeremy Bentham
Mi dentista no le gusta el caballo regalado.
Boris Makaresko
¡Gran ventura la juventud! Ella resbala sobre las penas, allí donde la vejez queda aprisionada en ellas.
Eugénie de Guérin
La fuerza y la flaqueza del ánimo tienen nombres engañosos; en realidad no son más que la buena o mala disposición de los órganos del cuerpo.
François de La Rochefoucauld
No reírse de nada es de tontos, reírse de todo es de estúpidos.
Groucho Marx
En el cansancio me fortalezco y maduro.
Janusz Korczak
Las películas son un mundo de fragmentos.
Jean-Luc Godard
"Within you Without you" es una de las mejores canciones de George. Una de mis favoritas de él también. Él es claro en esa canción. Su mente y su música son claras. Ahí está su talento innato, supo unir esos sonidos.
John Lennon
Tengo la cabeza que tengo, y las posibilidades que tengo...
Magdalena Álvarez
Un antiguo (no se quién), deseaba tener el cuello tan largo como una grulla, para saborear más tiempo lo que tragaba.
Michel de Montaigne
Algunas falsas personas dicen que mi administración fue una de las peores, mi pregunta es ¿Quién hizo las autopistas hoy existentes?, ¿Quién remodelo nuestro aeropuerto?, ¿Quién trajo más turismo que en los últimos años?, contestame esas preguntas y saca tus conclusiones.
Óscar Berger
Si eliges entre el menor de dos males, al final del día, sigues teniendo mal.
Ralph Nader
Las mujeres son pura metafísica.
Remy de Gourmont
¿Y qué harías si Dios hablara directamente a la cara y os dijera: Os ordeno que sean felices en el mundo mientras vivan? ¿Qué harías entonces?
Richard Bach
A algunos se les considera grandes porque también se cuenta el pedestal.
Séneca
La tórtola lloraba la pérdida de placeres más reales mientras la alondra saludaba con sus trinos la luz que reanima la naturaleza: allí, más que en ningún otro lugar del mundo, el gorjeo de los pájaros revelaba sus diversas pasiones; los deliciosos frutos que picoteaban a placer parecían darles una doble energía.
William Beckford