La única cosa peor que ser aburrido es estar aburrido.
Jean Baudrillard
La religión no se reduce a la caridad, sino a difundir discordias entre los hombres y a propagar el odio más funesto, que disimulan con el falso nombre de celo divino y de fervor ardiente.
Baruch Spinoza
Monita, no sea tan retrechera.
Ernesto Samper
Cuando se ha retirado la posibilidad de una causa natural, hay necesidad de una causalidad contraria a la naturaleza.
Friedrich Nietzsche
A mi estómago poco le importa la inmortalidad.
Heinrich Heine
Las promesas y la corteza del pan se hicieron para romperlas.
Jonathan Swift
La mejor medicina contra el dolor del alma es el enfado.
Jostein Gaarder
Todavía no conozco el amor. No creo que llegue a tener novio. - En el momento en que conozcas a la persona de la que te estoy hablando, conocerás el amor. Ése es tu destino.
Junichiro Tanizaki
Cuando los padres han construido todo, a los hijos sólo les queda el derrumbarlo.
Karl Kraus
Es cierto, ahora es como que todas las bandas tienen un Keith Richards. Es más, algunos lucen más Keith Richards que yo mismo, me refiero a la imagen. Pero resulta ser que ninguno toca como yo.
Keith Richards
He vivido toda mi vida como un pez de acuario, bien protegida en mi gigantesca pecera, tras una barrera tan impenetrable como transparente.
Khaled Hosseini
Darle a conocer a Jesucristo y hacerle amar es el fin de vuestra vocación y el porqué de nuestro instituto.
Marcelino Champagnat
Creo que esta brizna de paja puede originar una revolución. A primera vista, esta paja de arroz puede parecer ligera e insignificante. Difícilmente nadie puede creer que puede ser el origen de una revolución. Pero yo he llegado a darme cuenta del peso y el poder de esta paja. Para mí esta revolución es muy real.
Masanobu Fukuoka
La democracia, el desarrollo y la modernización de un país se hacen imposibles e incongruentes sin la solución de estos problemas.
Rigoberta Menchú
Lo que hay después de la muerte, vida es, no muerte.
Séneca
Los males desesperados se alivian con remedios desesperados, o no tienen alivio.
William Shakespeare