Estamos, pues, ante una encrucijada sin salidas fáciles, porque el suelo en el que una nación florece y el tejido en el que su alma se expresa están deshechos.
Javier Sicilia
Yo he estado 8 años haciendo música, callando lo que tengo que callar, y hablando lo que tengo que hablar.
Chenoa
Los libros son faros erigidos en el gran mar del tiempo.
Edwin Percy Whipple
Los políticos son como los cines de barrio, primero te hacen entrar y después te cambian el programa.
Enrique Jardiel Poncela
Los horrores son soportables mientras se trate sólo de sufrirlos, pero matan cuando se reflexiona sobre ellos.
Erich Maria Remarque
La belleza es una de las pocas cosas que no dan lugar a duda.
Jean Anouilh
El conocimiento no es algo separado y que se baste a sí mismo, sino que está envuelto en el proceso por el cual la vida se sostiene y se desenvuelve.
John Dewey
Cada vez que me dolías te sacaba en una letra, que se joda la poesía si es a costa del poeta.
Lichis
Los futbolistas son los únicos profesionales que exigen ser recompensados por cumplir con su deber.
Manuel Alcántara
De todos los bienes que pueda perder un pueblo, ninguno como el de la libertad.
María Asquerino
Yo creo que la pérdida es uno de los móviles del escritor.
Miguel Delibes
La vida, biológicamente, es lucha, y el que rehúsa esta lucha degenera. Renunciar a la lucha no es virtud, sino cobardía. La lucha es biológicamente necesaria para la conservación de las especies.
Noel Clarasó
La castañera asa los corazones de invierno.
Ramón Gómez de la Serna
Caballo viejo no puede perder la flor que le dan, porque después de esta vida no hay otra oportunidad.
Simón Díaz
La educación nos procura la fecundidad del pensamiento, una copiosa erudición, vigorosa rapidez, fantasía, palabras, imágenes, ejemplos; embellece los objetos más comunes y nos da la facultad de divertirnos sin perder la dignidad y sin que parezcamos necios.
Sydney Smith
Solemos decir que los inventos y descubrimientos que cambiaron nuestras vidas dependen de máquinas complejas. La verdad, sin embargo, es que seguimos aquí gracias a los porotos.
Umberto Eco