Un aristócrata no es más que un señor del que se conocen sus antecedentes y a pesar de ello es respetado.
Jaume Perich
Estilo es plagiarse a uno mismo.
Alfred Hitchcock
Sintió la húmeda pesadez de las propias ropas, frías y picantes contra la piel; el empalagoso aire dulce de la cueva, más frío aún, y el peso de las manos de Jace sobre los hombros, lo único que resultaba cálido.
Cassandra Clare
La grosería es una débil imitación de fuerza.
Eric Hoffer
Yo no creo que los regímenes del mundo occidental gobiernen realmente, sino que sirven como peones al enorme poder financiero e industrial.
George Wald
La prudencia debe estar al lado de la Verdad, porque ésta no debe ejercerse, moverse y actuar sin aquélla y porque la una sin la compañía de la otra no es posible que jamás progrese o se vea honrada.
Giordano Bruno
La prensa es la artillería de la libertad...
Hans Christian Andersen
Condiciona a la gente para que no espere nada y tendrás a todos excitados con la mínima cosa que les ofrezcas.
Iván Pávlov
¿Porque tengo que disparar yo el cañón nuclear que todavía está en pruebas?
Kristen Wiig
La dictadura no es la alianza de una clase con otra.
Lev Kamenev
No hay hombre a quien la fortuna no vaya a visitarlo alguna vez en la vida; pero cuando no lo halla dispuesto a recibirla, entra por la puerta y sale por la ventana.
Montesquieu
Me asombra el mundo cada vez más, y los niños y la nieve me asombran; pero la sonrisa es verdadera, como el camino, ni dócil, ni servil.
Ósip Mandelshtam
Esto es lo que sucede cuando escribes libros. No solo hay algo que te impulsa a averiguarlo todo, sino que algo empieza a ponerlo todo en tu camino. De repente no existe una carretera secundaria que no conduzca directamente a tu obsesión.
Philip Roth
La fama es la suma de los malentendidos que se reúnen alrededor de un hombre.
Rainer Maria Rilke
No puede el codicioso ser agradecido.
Séneca
¡Estábamos bien! Unidos: mi madre, mis hermanos, mi padre... me pegaba pero... él mandaba. Era un hombre fuerte, alto, sólido, guerrero. Pero debo decir que años después cuando estaba en Nueva York, habría preferido un bofetón de mi padre a esa soledad.
Waris Dirie