¿Por qué me diste esperanzas? Día tras día, más y más. ¿Por qué no me detuviste? Lo podías haber hecho... Con una sola palabra. ¡Pero ni una palabra! Yo me olvidé de mí mismo y de él. Tú lo veías. Veías que estaba destruyéndome ante tus ojos, perdiendo su amistad. ¿Es que querías que eso ocurriera?