El amor es una memoria educada. (o un olvido insistente)
Jaime Sabines
Ser viejo no es un insulto, es una consecuencia de la edad.
Anónimo
Algo de ti que en mí vive basta a mi dicha esencial; algo de ti que en mí falta trueca el jardín en erial.
Aurelio Espinosa Pólit
Sintió la húmeda pesadez de las propias ropas, frías y picantes contra la piel; el empalagoso aire dulce de la cueva, más frío aún, y el peso de las manos de Jace sobre los hombros, lo único que resultaba cálido.
Cassandra Clare
Todos los santos, de Mahoma a Francisco Javier, no han sido sino una mezcla de locura, orgullo y autodisciplina; esto último podía haber tenido mucha menos trascendencia, pero esos hombres se vengaron siempre de sus propios castigos imponiendo los máximos rigores a los demás.
Charles Maturin
El arte y la ciencia tienen su punto de reunión en el método.
Edward Bulwer-Lytton
Escriba libros sólo si lo que va a decir en ellos usted nunca se lo confiaría a nadie.
Emil Cioran
¡Las caras de las muñecas! Aunque nunca lo pensé me he vuelto viejo.
Enomoto Seifu-Jo
En Estados Unidos nos necesitan para enseñarles a jugar al fútbol.
Florentino Pérez
Las mujeres aman, frecuentemente, a quien lo merece menos; y es que las mujeres prefieren hacer limosna a dar premios.
Jacinto Benavente
El hombre todo lo perfecciona en torno suyo; lo que no acierta es a perfeccionarse a sí mismo.
Jean-Baptiste Alphonse Karr
¿Qué otra cosa me falta conquistar? Con un poco de suerte, mi ego. ¿Cómo sabré que he tenido éxito? Cuando deje de cuidarme de lo que la gente piensa.
Madonna
Haz por ser semejante a un promontorio. Las olas del mar se estrellan contra él de continuo, y él se mantiene inmóvil hasta que en torno suyo se abonanzan las aguas.
Marco Aurelio
El optimismo es esencial para el progreso verdadero.
Nicholas Murray Butler
La desgracia no llega al hombre valeroso.
Séneca
En todo aquello que nos provoca una auténtica y pura sensación de lo bello existe realmente presencia de Dios. Hay como una especie de encarnación de Dios en el mundo, cuya marca es la belleza.
Simone Weil