Bajo la delgada capa de moralidad en la que se escuda, el hombre es el mismo salvaje de hace diez mil años. La moral es patrimonio de la sociedad, una penosa adquisición a través de los años. Un recién nacido se convertirá en un salvaje a menos que sea adiestrado, educado en esa moral abstracta que hemos adquirido con el paso del tiempo.