Bares en los que la calma y la cerveza salvan nuestra vida, y mi cabeza soñando estar bajo tu ropa.
Ismael Serrano
Muchas veces no somos felices porque estamos ocupados tratando de agradar a los otros o encargándonos de responsabilidades equivocadas, que pertenecen a terceros.
Bernardo Stamateas
No le salvas la vida a una niña para regresar y echársela a los perros.
Bruce Willis
¡Y no olvidamos! De súbito, nos viene antigua lumbre, nos enciende y dora, y nos puebla de imágenes queridas o de remordimiento nos agobia.
César Brañas
Podrían engendrarse hijos educados, si lo estuvieran sus padres.
Goethe
El hombre se eleva por la inteligencia, pero no es hombre más que por el corazón.
Henri-Frédéric Amiel
El hombre poderoso en el poder sucumbre; el hombre del dinero, en el dinero; el servil y humilde, en el servicio; el que busca el placer, en los placeres.
Hermann Hesse
La gente acaba por dejar marchar a los muertos, por mucho apego que les tenga, cuando nota que su propia supervivencia está en juego y que son un gran lastre.
Javier Marías
El mayor bien para el mayor número.
Jeremy Bentham
Para mí, el escribir era vivirse, conocerse, ser arqueólogo de uno mismo. Escarbar y, si se escarba, hay de todo dentro de nosotros: el criminal y el santo, el héroe y el cobarde.
José Luis Sampedro
Hay cierta magia en las palabras seda y encaje, ¿No es cierto? -dijo la tía-. Su sonido me hace sentir como si estuviera preparándome para un baile. Y seda amarilla; me hace pensar en un vestido hecho con rayos de sol. Siempre soñé con tener un vestido de seda amarilla.
Lucy Montgomery
Tiene glamour para maquillar la decadencia.
Moria Casán
La vida es una carretera con un solo sentido de marcha, no se puede revertir o volver, acelerar sería una locura.
Sergio Leone
Sin trabajar, no se descansa; no se vence sin luchar.
Tomás de Kempis
El amor constituye la única manera de aprehender a otro ser humano en lo más profundo de su personalidad. Nadie puede ser totalmente conocedor de la esencia de otro ser humano si no le ama.
Viktor Frankl
Más vale estar entre los muertos a quienes nosotros, para hacernos lugar, hemos enviado a gozar de la paz eterna, que yacer en un éxtasis sin descanso torturando nuestra mente.
William Shakespeare