Las incontables almas, así como cuanto hay en el universo, son partículas de un espíritu único, como gotas de agua de un mismo océano. Una sola esencia espiritual anima todo lo existente. No hay separación entre los seres, no hay frontera entre la vida y la muerte.
El hombre debía ser protegido de su propia mente, demasiado prolífica, más que de ninguna otra cosa.