En la primavera de la vida, hasta las espinas florecen y hasta las penas tienen un sabor de felicidad.
Ignacio Manuel Altamirano
La vida parece ser el comportamiento ordenado y reglamentado de la materia basado en parte en mantener el orden existente.
Erwin Schrödinger
La infidelidad es como estar de socio con alguien y robar dinero de la caja.
Fernando Sabino
Uno no puede hacer nada por las personas que ama, sólo seguir amándolas.
Fernando Savater
La naturaleza es la que crea el mérito, y la fortuna es quien lo hace activo.
François de La Rochefoucauld
No hay en la tierra un espectáculo más bello que el del amor tolerando aun la intolerancia, y el de la caridad cubriendo con un velo la falta de caridad del prójimo.
Frederick William Robertson
Intenté ahogar mis dolores, pero ellos aprendieron a nadar.
Frida Kahlo
No hay peor olor que el que despide la bondad corrompida.
Henry David Thoreau
Una vez que los coaticitos fueron un poco grandes, su madre los reunió un día arriba de un naranjo y les habló así: Coaticitos: ustedes son bastante grandes para buscarse la comida solos. Deben aprenderlo, porque cuando sean viejos andarán siempre solos, como todos los coatís.
Horacio Quiroga
Los sadomasoquistas feos tienen su casa llena de espejos.
Jaume Perich
Una mujer que ama a un hombre de talento, le ama menos por el talento que tiene que por el que le reconocen.
Jean-Baptiste Alphonse Karr
La incomprensión, más que la imposibilidad de comprender, es la imposibilidad de sentir.
José Narosky
Cuando uno escribe debe decir sólo lo que aquellos a quienes uno se dirige quieren saber. No es a la satisfacción del propio espíritu a lo que uno debe aspirar en esta correspondencia, sino a la satisfacción del espíritu del otro.
Joseph Joubert
Luego que nace la virtud, engéndrase contra ella la envidia; de modo que antes habrá cuerpo sin sombra que virtud sin envidiosacompañía.
Leonardo da Vinci
¿Qué ve el ciego, aunque se le ponga una lámpara en la mano?
Proverbio Hindú
Le pareció que él siempre había sido considerado con la gente. En realidad, por lo general le importaba más lo que pudieran pensar de él los demás, que lo que pensaba él de sí mismo. Era la opinión de los demás acerca de él lo que más le preocupaba. Ahora comprendía que lo importante no era lo que los demás pensaran de él, sino lo que pensaran de sí mismos.
Spencer Johnson