Yo estaba seguro de que era el último artículo que haría. Entonces, cuando apareció publicado, hubo un número masivo de cartas, llamadas telefónicas, felicitaciones, personas que hablaban de un "gran avance en el periodismo". Y pensé, "¡Mierda! Si puedo escribir así y salirme con la mía, ¿Por qué debería seguir tratando de escribir como los periodistas del New York Times? " Fue como caer por el hueco del ascensor y aterrizar en una piscina llena de sirenas.