Si tomo en cuenta mis sentimientos durante el día y trato de hacer aquello que realmente deseo no siento haber perdido el tiempo al final de la jornada.
Hugh Prather
Y apenas he encontrado el origen del abismo. No busco nada que tenga nombre.
Alejandro Lanús
Lo mismo que un río: el hombre es cambio y permanencia.
Alexis Carrel
Pues esta España que decimos tal es como el Paraíso de Dios.
Alfonso X el Sabio
Quien conserva su cabeza de niño, conserva su cabeza.
Antonio Porchia
Conquistar el miedo es el comienzo de la riqueza.
Bertrand Russell
Sin una flecha, sin un dardo, con un solo vistazo de mis ojos del niño, la he moldeado.
Charles Van Lerberghe
Nunca planeé adquirir muchas joyas ni muchos maridos. Para mí, la vida simplemente sucedió, como lo hace para cualquiera otra persona.
Elizabeth Taylor
Un hombre hace lo que puede, una mujer hace lo que el hombre no puede.
Isabel Allende
La confianza nos da coraje y amplía nuestros horizontes, permite asumir mayores riesgos y llegar mucho más lejos de lo que imaginamos.
Jack Welch
Todo lo que sofoca la individualidad humana es despotismo, sea cualquiera el nombre con que vaya disfrazado.
John Stuart Mill
Vamos por el mundo odiando y rechazando aspectos de los otros y hasta de nosotros mismos que creemos despreciables, amenazantes o inútiles y, sin embargo, si nos damos tiempo, terminamos dándonos cuenta de lo mucho que nos costaría vivir sin aquellas cosas que en un momento rechazamos.
Jorge Bucay
Escribo por si acaso aparece entre las sílabas muertas una palabra viva.
Jorge Díaz
Marx y Engels fueron los primeros en dilucidar en sus obras científicas que el socialismo no es una invención de soñadores, sino la meta y el resultado ineluctable del desarrollo de las fuerzas productivas en la sociedad contemporánea. Toda la historia escrita ha sido hasta ahora la historia de la lucha de clases, la sucesión del dominio y las victorias de unas clases sociales sobre otras.
Lenin
La poesía levanta el velo de la belleza ocultada del mundo.
Percy Bysshe Shelley
La obra es la máscara mortuoria sobre el rostro de la concepción.
Walter Benjamin