Lo importante se situaría en la riqueza del contacto con el universo. En la unión del mundo interior y el mundo exterior. Pertenecería al orden del placer y de la contemplación.
Hubert Reeves
Una fase brutal te corta el paso y aún rezas y no sabes si el que empuja te arrolla sierpe o ángel se despliega.
Alfonsina Storni
Yo creo que hay un lugar para tocar la guitarra. Hay un lugar para cantar el blues.
B.B. King
Prefiero tocar sutilmente que alardear con la batería.
Charlie Watts
¡Oh tiempos, oh costumbres!
Cicerón
Es asombroso lo que puedes ocultar con tan solo una sonrisa.
Demi Lovato
En mi casa sólo tenemos un televisor y no sé por qué se estableció que yo soy el último con derecho a escoger el programa. Ya desistí de intentarlo hace algún tiempo.
Fernando Meirelles
Un hombre no puede jurar y mentir ni siquiera con la mitad de la audacia de una mujer.
Geoffrey Chaucer
Ahora siento hacia mis semejantes un odio sereno, o una piedad tan inactiva que es lo mismo.
Gustave Flaubert
Lo que no se puede evitar hay que llevarlo con paciencia.
Horacio
Si buscas la aguja en el pajar tienes que remover la paja.
John Cusack
Cinco minutos dedicados a permanecer con el EspírituSanto, en la mañana, garantizan que Él estará a cargo de nuestra forma de pensar durante todo el día.
Marianne Williamson
Fuera lucía ese cielo resplandeciente tan característico de Estambul en los días de primavera. En las calles el calor hacía sudar a los estambulíes, que aún no se habían librado de los hábitos del invierno, pero en el interior de las casas, en las tiendas y a la sombra de los tilos y los castaños seguía haciendo fresco.
Orhan Pamuk
Siempre la música fue el imán de mis sentidos.
Pedro Calderón de la Barca
En medio de esa lucha por la justicia, la libertad y el imperio de la voluntad del pueblo, sepamos unirnos para construir una sociedad más justa, donde el hombre no sea lobo del hombre, sino su hermano.
Rodolfo Walsh
El sol no había nacido todavía. Hubiera sido imposible distinguir el mar del cielo, excepto por los mil pliegues ligeros de las ondas que le hacían semejarse a una tela arrugada.
Virginia Woolf