Animal que ríe, se decía antes para definir al hombre. Habría que decir, mejor: animal que procura religarse. Del latín "religare", la misma raíz de la palabra religión. Los antropólogos nos lo enseñan: no hay grupo humano, por más aislado que esté, ni tribu por más primitiva que sea que no haya establecido y codificado sus relaciones con una realidad divina intangible y de este modo haya procurado el medio para religarse al mundo a pesar y a través de todos los misterios.