¿A qué mal no conduce la embriaguez? Revela los secretos, exagera nuestras esperanzas y nos arroja a la pelea.
Es una escuela muy cara la de la experiencia. Sin embargo, los necios no aprenderán en ninguna otra.
No soy la clase de idiota que se deja convencer, pero digo la verdad, y hasta un ciego lo puede ver.