En realidad, él era uno de esos lobos de mar a quienes las penalidades y peligros de la vida naval, en esa época de prolongadas guerras, nunca le habían estropeado el instinto natural para el goce de los sentidos.
Herman Melville
Más que avergonzarte de confesar tu ignorancia, avergüénzate de insistir en la necia discusión que la revela.
Anónimo
Si el artista sólo copiase la naturaleza, el mejor artista sería el espejo.
La forma monárquica de gobierno es natural a los hombres como lo es a las abejas, a las hormigas, a las aves migratorias, a los elefantes, a los lobos y a otros animales, todos los cuales designan a uno de ellos para que dirija sus actividades.
Arthur Schopenhauer
Necesito de alguien, que me mire a los ojos cuándo hablo. Que escuche mis tristezas y desiertos con paciencia y aún cuándo no comprenda, respete mis sentimientos.
Charles Chaplin
El amor no es sólo un sentimiento. Es también un arte.
Honoré de Balzac
Te pasas toda la vida encerrado en el laberinto pensando en cómo vas a escapar de ahí y lo fabuloso que será; imaginar ese futuro te mantiene con vida, pero nunca escapas. Solo utilizas el futuro para huir del presente.
John Green
Para mí la patria, no será nunca triunfo, sino agonía y deber.
José Martí
Si hay que buscar el sentido de la música, de la filosofía, de una rosa, es que no estamos entendiendo nada.
José Saramago
Subyugaba aquella voz de combate rebotando en los cerros: la voz del jefe que aconsejaba lealtad. Flagraban en su acero fugaces lampos. A cada acción, su caballo alfaba.
Leopoldo Lugones
El deseo vence al miedo, atropella inconvenientes y allana dificultades.
Mateo Alemán
Nos batimos más por nuestros intereses que por nuestros derechos.
Napoleón Bonaparte
En este país siempre hemos confundido lucidez con terquedad. Creemos ser lúcidos, pero en realidad somos tercos.
Roberto Bolaño
Dios es la más inspiradora maravilla y divina idea entre todas las ideas.
Stephen Crane
Siempre voy a por la victoria.
Takuma Sato
Nunca pierdas el tiempo lamentando errores. Basta con que no los olvides.
William Faulkner