Los buitres del mar, en la piadosa mañana, y los tiburones, todos de riguroso negro. En vida, pocos de ellos habrían ayudado a la ballena si por ventura ésta los hubiera necesitado, pero al banquete de su funeral acuden todos.
La pasión en decadencia, la emoción en banca rota; sufrirá la descendencia, las infamias de tu boca.