Los oradores, siguen el universo, y la radio, las completas leyes del pueblo.
Hart Crane
Hay que acostumbrarse a vivir con los enemigos, ya que no a todos podemos hacerles nuestros amigos.
Alexis de Tocqueville
Aquí hay una de las pocas claves efectivas del problema de diseño: la habilidad del diseñador de reconocer tantas limitaciones como sea posible, su deseo y entusiasmo por trabajar con estas limitaciones, las limitaciones de costo, tamaño, resistencia, equilibrio, superficie, tiempo, etc.; cada problema tiene su propia lista particular.
Charles Eames
¿Sabes qué significa que escriban sobre ti?
Ethan Hawke
La ciencia indaga, no prueba.
Gregory Bateson
Por más hablador que sea un hombre, siempre, siempre se calla las nueve décimas partes de lo que piensa.
Ignacio Manuel Altamirano
La ciencia exige del hombre una gran tensión y una gran pasión. Sed apasionados en vuestro trabajo y en vuestra investigaciones.
Iván Pávlov
No conoces a tus vecinos hasta que hay una crisis.
Jonathan Rhys-Meyers
Nosotros luchamos por la Dictadura del Proletariado, por los Soviets. Lo declaramos paladinamente, porque nosotros como Partido del proletariado, no renunciamos a nuestros objetivos.
José Díaz Ramos
Existen secretos legítimos: tu historial médico. Pero el secreto no debería ser usado para cubrir abusos.
Julian Assange
Necesito volver a sentirme algo drogado para sentir el entusiasmo que sentía de niño.
Kurt Cobain
La arquitectura se desarrolla en el tiempo y en el espacio.
Le Corbusier
El castigo mayor de los delincuentes es el haber delinquido y no hay maldad que quede impune aun cuando la fortuna la proteja porque la sanción del crimen está en el crimen.
Séneca
Confort no es una prueba de la verdad, por el contrario, la verdad está a menudo muy lejos de ser confortable.
Swami Vivekananda
Si no se vive para los demás, la vida carece de sentido.
Teresa de Calcuta
Los libros son esa clase de instrumentos que, una vez inventados, no pudieron ser mejorados, simplemente porque son buenos. Como el martillo, el cuchillo, la cuchara o la tijera.
Umberto Eco