No te alcanza con improvisar, el descaro baby, es parte de la diversión.
Gustavo Cerati
Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva. ¡Tarde te amé! Tu estabas dentro de mí y yo fuera, y por fuera te buscaba.
Agustín de Hipona
Sus antepasados vinieron a Macedonia y al resto de Grecia y nos hicieron gran daño, aunque no le habíamos agredido. Me han designado líder de los griegos, y el deseo de castigar a los persas lo he tomado de usted.
Alejandro Magno
Sea la primera lección de tus hijos aprender a obedecer, y la segunda será la que a ti te plazca.
Benjamin Franklin
La poesía debe tener por objetivo la verdad práctica.
Conde de Lautréamont
El mundo es barro suculento y charco maravilloso.
E. E. Cummings
Alma errabunda, tenue, huésped y compañera del cuerpo ¿dónde estás ahora? pálida, rígida, desnuda, privada de los consuelos habituales.
Emperador Adriano
Podía decirle también que conocer y amar a otro ser humano, aunque sea uno solo, es la raíz de toda sabiduría.
Evelyn Waugh
Los ojos de mi hijo, sus ojos que ayer eran flores abiertas, capullos de noche, y hoy son rendijas tristes, sesgadas por el cansancio y el recelo.
Francisco Umbral
Quisiera escribir palabras que te hicieran llorar de admiración.
Gustave Flaubert
¡Que fuera, sino, del arduo y sereno mandato que impone la vida a los que la comprenden en sus vastos lineamientos, si no hubiera un sereno panorama donde descansar las alas fatigadas del turbulento y recio rodar de las tormentosas adversidades!
Hipólito Yrigoyen
La verdadera madre nunca está libre.
Honoré de Balzac
Que horror de guerra. Y cuanto daño y destrucción ocasionados para que nada cambie sino para peor.
Khaled Hosseini
Si no se toman medidas decisivas, de aquí a treinta años habrá 2.000 millones de personas con viviendas insalubres.
Kofi Annan
Aunque no eras rubia, aunque no hablabas inglés, aunque eras más que estupida y aunque no se ni si eras mujer-... En fin, serías tu mi Marylin particular de Mi Marilyn particular. Esto no es una salida.
Nacho Vegas
Ante mis ojos. Vestido de gala, lo metieron en una bolsa de plástico y la ataron. Y, ya en esta bolsa, lo colocaron en el ataúd. También el ataúd, envuelto en otra bolsa. Un celofán transparente, pero grueso, como un mantel. Y ya todo esto lo introdujeron en un féretro de zinc. Apenas lograron meterlo dentro. Sólo quedó el gorro encima.
Svetlana Alexijevich