El único método para abandonar nuestra ignorancia y disfrutar de la felicidad suprema de la iluminación es alcanzar la perfección de la sabiduría en general, y la perfección superior de la sabiduría en particular.
Gueshe Kelsang Gyatso
Cuba ideal de turistas será alzada en descalabros. Será del oso y el oso sobre su cabeza permanecerá por 5 tiempos luego un cúmulo de sorpresas le sorprenderá. Habrá sangre, sangre y fuego, fuego y muerte y luego ¡nada!
Benjamín Solari Parravicini
De cada diez personas, dos llevan enojos encapsulados que les afectarán, y tienen siete veces más posibilidades de morir de enfermedades del corazón.
Bernardo Stamateas
Uno aviva a los giles incautos y después los giles lo quieren pasar a uno por encima.
Carlos Gardel
Y al fin y al cabo, actuar sobre la realidad y cambiarla, aunque sea un poquito, es la única manera de probar que la realidad es transformable.
Eduardo Galeano
Valgámonos de palabras inexactas, si es preciso, a trueque de entendernos deprisa.
Eugeni d'Ors
No tuve siempre éxito de crítica y público, aunque creo en ser paciente, en apostar por tu trabajo.
Francis Ford Coppola
Las pruebas cansan la verdad.
Georges Braque
La imaginación es la voz del atrevimiento.
Henry Miller
El lugar donde uno nace es la envoltura del alma. La iglesia donde uno reza es parte del alma misma.
Hilaire Belloc
La revolución socialista encontraría su más encarnizado y peligroso enemigo, -peligroso por su confusionismo, por la demagogia-, en la pequeña burguesía afirmada en el poder, ganado mediante sus voces de orden.
José Carlos Mariátegui
El Justicialismo necesita apóstoles y para ser apóstol hay que estar dispuesto a ser héroe, y solamente los fanáticos de amor por una causa son capaces de morir por un ideal.
Juan Domingo Perón
El odio no es divertido si te lo guardas.
Kate Winslet
La sutileza puede engañarnos; la integridad, nunca.
Oliver Cromwell
Para ganar hacen falta dos cosas: una cabeza lúcida y un par de huevos. A ti te sobran huevos y te falta cabeza.
Paul Newman
Roncar es tomar ruidosamente sopa de sueño.
Ramón Gómez de la Serna