Sólo contemplar la nada; mi rostro joven y viejo.
Guadalupe Amor
Cual rayo postrero, cual aura que anima el último instante de un hermoso día, al pie del cadalso ensayo mi lira.
André Chénier
Las personas que disfrutan relaciones satisfactorias y estables son seres equilibrados. No andan en busca de alguien que llene un hueco. Reconocen su propia valía.
Andrew Matthews
... el temor que tenían a un nuevo profeta. Pues tan pronto un hombre de probadas costumbres mostrara, mediante ciertos signos reconocidos, que era un profeta, tenía, sin más, el derecho supremo de gobernar; es deci, igual que Moisés,...
Baruch Spinoza
El que abusa de un líquido no se mantiene mucho tiempo sólido.
Charles Augustin Sainte-Beuve
El peor jefe que nos puede tocar, es un mal hábito.
Cicerón
Las buenas noticias, en la mayoría de los casos, se dan en voz baja.
Haruki Murakami
Si puedes imaginar un mundo de paz, sin confesiones religiosas- no sin religión pero sin este: mi Dios es más grande que tu Dios- entonces puede ser verdad.
John Lennon
Modificar el pasado no es modificar un solo hecho: es anular sus consecuencias, que tienden a ser infinitas.
Jorge Luis Borges
Admiro a la gente que vive sin problemas, que mira el mundo con despreocupación. A diferencia de ellos, yo sufro más de la cuenta.
Kurt Cobain
... en esencia, las ideas de los amigos del pueblo: como auténticos ideólogos de la pequeña burguesía, no quieren que se destruya la explotación, sino que se atenúe; no quieren la lucha, sino la conciliación.
Lenin
La naturaleza nunca quebranta sus propias leyes.
Leonardo da Vinci
Primero lo toco y después te digo qué es.
Miles Davis
En contacto con la realidad nos encontramos las metas a perseguir.
Oswald Chambers
Si un hombre escribe un libro mejor que los demás, predica un sermón más elocuente, o fabrica una ratonera mejor que su vecino, aunque haya edificado su morada en medio de los bosques, el mundo abrirá una senda hasta su puerta.
Ralph Waldo Emerson
El mayor peligro de la creciente amenaza era que los buenos hombres cometían el suicidio intelectual y lo llamaban paz. Los buenos hombres se rendían al miedo y lo llamaban respeto.
Salman Rushdie