Déjame decirte algo. Deshacerse de cosas es bueno. Al principio es un poco difícil, pero después te sientes bien. Tienes que aprender a dejar ir.
Greg Kinnear
Persiguiendo los restos de un sueño, el cielo clarea hace fresco.
Abe Midorijo
Seis horas de sueño bastan al joven y al anciano; siete le dejamos apenas al perezoso a nadie le concedemos ocho.
Anónimo
Sólo dañamos a los demás cuando somos incapaces de imaginarlos.
Carlos Fuentes
Otra cosa en esta sociedad es lo que te hace daño... Por eso necesitas todas esas porquerías.
Charles Bukowski
Si Dios no agrada a todos, no les voy a agradar yo.
Cristiano Ronaldo
El sabio es generoso.
Doménico Cieri Estrada
La vuestra es una bandera nueva; buscadle mantenedores entre los jóvenes, y en ellos entusiasmo, capacidad de sacrificio y energía. Decidles siempre la verdad, todo lo que queremos. Si aceptan, estaremos seguros de ellos.
Giuseppe Mazzini
Todos los programas de investigación que admiro tienen una característica común. Todos ellos predicen hechos nuevos, hechos que previamente ni siquiera habían sido soñados o que incluso habían sido contradichos por programas previos o rivales.
Imre Lakatos
El verdadero poder consiste en saber que sí se puede, pero no se quiere.
Juliet Alicia Jarvis
Hacer predicciones es muy difícil, especialmente cuando se trata del futuro.
Niels Bohr
Loco es quien vive en un mundo propio.
Paulo Coelho
Cada hombre debe conceder a sí mismo las emociones que él necesita y de la moralidad que se adapte a él.
Remy de Gourmont
Yo perdono, pero también aprendo una lección. No te odiaré, pero nunca dejaré que te acerques lo suficiente para que me lastimes de nuevo. No puedo dejar que mi perdón se convierta en mi estupidez.
Tony Gaskins
Los libros no están hechos para pensar, sino para ser sometidos a investigación.
Umberto Eco
Entérate que tengo mucha sed y que sólo podré abrir cuando la haya saciado. Necesito la sangre de cincuenta niños: tómalos de entre los hijos de tus visires y los grandes de tu Corte... Ni mi sed ni tu curiosidad estarán satisfechas. Regresa, pues, a Samarah; tráeme lo que deseo; arrójalo tú mismo a este abismo; entonces verás.
William Beckford