Sé que se enamoraron como dos locos, pero no pudieron formar una familia. ¿Por qué? Porque venían de mundos opuestos. Él era de Miraflores y ella de La Victoria, y en la Lima de ese entonces la distancia social entre ambos era insalvable. Solo cuando llegó el otoño de su vida, con la salud resquebrajada, mi padre se instaló definitivamente en la casa.