Así te quiero, en límites pequeños, aquí y allá, fragmentos, lirio, rosa, y tu unidad después, luz de mis sueños.
Gerardo Diego
Luego la herida vuelve a hacerse carne y con la carne vuelven los arcos y las flechas y los cazadores apostados en un rincón de la memoria.
Ángela Álvarez Sáez
Las mujeres están para ser gustadas. Después, unas se dejan, otras no... Eso va ya por provincias.
Camilo José Cela
En un restaurante, una hermosísima señora se acercó a mí y me susurró: ¿Chavela, cuándo nos acostamos? ¡Qué atrevida! Me encanta.
Chavela Vargas
El prólogo va con versos lúgubres, delante de la pieza teatral, lo mismo que el enterrador delante del ataúd.
David Garrick
Hay algo en la arquitectura que a mí siempre me ha frenado, es la forma de enseñarla en las escuelas, tengo problemas con la enseñanza, creo que vale más el deseo de saber de un ignorante para la ciencia, que el que el que sabe puede transmitir al que no sabe.
Eduardo Chillida
La garantía de la invencibilidad del partido está en arraigarse profundamente entre las masas populares y confundirse con ellas en un solo cuerpo.
Kim Jong-il
La función química del humor es ésta: cambiar el carácter de nuestros pensamientos.
Lin Yutang
¿Estás seguro que el piso no puede ser también el techo? ¿Tienes la completa certeza de que vas hacia arriba cuando subes las escaleras?
M. C. Escher
Ningún insecto se acerca a la lámpara aún más frío.
Masaoka Shiki
Cuando reventamos a coro abrazando codos de pie, empujando hombro con hombro una ronda de gente que exorciza su timidez baila y pisa y pisan sus pies.
Miguel Cantilo
La voluntad debe ser la única cosa en el mundo que cuando está desinflada necesita que la pinchen.
Quino
El mundo no está lleno de problemas, ¡son las mentes las que están llenas de problemas!
Raimon Samsó
Samba o tapas. ¡Elige una y hazlo bien!
Ryan Gosling
No todo término merece el nombre de fin, sino tan sólo el que es óptimo.
Sigmund Freud
Más vale no haber oído nunca los nombres de afán y de justa ambición, que vivir desconcertado e inquieto por un espíritu que, a cada paso, se vuelve atrás para considerar su obra; luego vuelve a cobrar ánimos para seguir, y nuevamente siente que algún vano pensamiento pende amenazador, como un veto, sobre sus esperanzas.
William Wordsworth