No hay verdadera felicidad en el egoísmo.
George Sand
Cuando todos los odios han salido a la luz, todas las reconciliaciones son falsas.
Anónimo
Las personas dicen que la felicidad es reírse todo el tiempo y disfrutar de una buena chuleta o de un filete de ternera e irse a gusto a la cama, ganar un juego y cosas así. Esto es estúpido. No hay nada de eso. Se necesita un contraste. No lo disfrutas. Eso no es la vida. La vida es: hincarle el diente, tomarla absolutamente tal como es.
Arthur Rubinstein
¿Y pensáis realmente que si Dios ha decidido poner fin a mis días podría cambiar de opinión al verme beber vino? Entonces no quiero encontrarme con mi creador con un alimento prohibido en el estómago.
As-Salih Ismail al-Malik
Somos lo que protegemos.
Audrey Tautou
Familiarizada la sociedad con su lepra, ya ni siquiera se rasca, porque ya no le escuece.
Benito Pérez Galdós
Es lo que no ves lo que te mantiene al borde de su asiento en cualquier tipo de película.
Christopher Lee
Tener glorias comunes en el pasado, una voluntad común en el presente, haber llevado a término juntos grandes empresas y pretender acometer otras, he ahí las condiciones esenciales para constituir un pueblo.
Ernest Renan
Hablar de dolor es un símbolo de fortaleza; y no hacerlo es de valentía, porque cuando callas se queda dentro, luchando contra ti.
Javier Castillo
La Certidumbre, entonces, de que escribo, y al lado de la pluma va corriendo la esponja con que la muerte borra lo que escribo.
Josep Pla
No sé dónde voy, no sé, sólo sé que aquí no puedo estar.
Kurt Cobain
Cuando faltan garantías para censurar a las autoridades, cuando en las graves cuestiones políticas, religiosas y sociales no se puede emitir libremente las ideas, los hombres enmudecen o consagran toda su fuerza intelectual a discusiones insípidas, rastreras y ridículas.
Manuel González Prada
Ningún escritor ha escrito nunca para los que no saben leer.
Mariano José de Larra
Los ojos que tienen miedo se alejan de quien los ve.
Pascal Quignard
Era como César, un marido para las mujeres y una esposa para los hombres.
Raymond Chandler
El viejo asintió, como si su cuello tuviera miedo del peso de su cabeza.