La memoria es el perfume del alma.
George Sand
El trabajo ayuda siempre, puesto que trabajar no es realizar lo que uno imaginaba, sino descubrir lo que uno tiene dentro.
Borís Pasternak
Nada importa que el viento, que azota el arbusto, esa gota torture y aplaste. Queda entera, no rompe, y quedan dos más que se besan y beben.
Sé muy tú para vivir entre todos ellos.
César Fernández García
La peor prodigalidad es la del tiempo.
Cesare Cantù
Sin amor la sociedad se encuentra en estado muy crítico. Y sin él nos enfrentamos cada vez más en el futuro a graves problemas. El amor es el centro de la vida humana.
Dalai Lama
Todos los necios se plantean su concepto del mundo filtrado a través de lo que para ellos es lógico y probado por la ciencia conocida.
Dolores Redondo
La dilación es el ladrón del tiempo.
Edward Young
La lucidez es ese estado donde todo lo inauténtico se nos descubre.
Francisco Garzón Céspedes
Cuando uno se embarca para cualquier lugar es como si ya hubiese llegado.
François Mauriac
Nadie puede percibir en las cosas más de lo que ya conoce.
Friedrich Nietzsche
Nunca habrá medios orientados hacia fines, tan sólo medios. Yo soy un medio. Soy el que empezó. Cuando termine seré lo que ha quedado de mí.
Hugh Prather
Sólo los pensamientos, tomados aisladamente, caracterizan a un escritor. Con razón los llamamos trazos, y los citamos; muestran la cabeza y el rostro, por así decirlo; el resto no muestra más que las manos. Hay fantasmas de autores y fantasmas de obras.
Joseph Joubert
El mundo está como en los confines de estas dos grandes cosas: sin estar en paz porque están inquietos los ánimos, y sin estar en guerra porque están los brazos quietos, está en un estado permanente de discordia y de disputa, la cual, sin ser la paz de los hombres, es la guerra propia de las mujeres.
Juan Donoso Cortés
Tiene algo de absurdo preocuparse sobremanera de saber si hay vida después de la muerte cuando acabamos de descubrir que hay vida antes de la muerte.
Pere Estupinyà
Mayor soy y para mayores cosas he nacido que para ser esclavo de mi cuerpo.
Séneca