La publicidad es el repiqueteo de un palo dentro de un cubo de basura.
George Orwell
Quizás en algún momento llegue a resultarte detestable el ser humano y, sin embargo, sólo a través de él lograrás aquello que tanto deseas.
Albert Einstein
Lo que me ha ayudado en esta vida a mantener esa independencia es muchísimo amor y curiosidad intelectual. No admito estancamientos porque a mí lo que me gusta es conocer y eso nunca tiene fin.
Antonio Escohotado
El fin de la esperanza es el comienzo de la muerte.
Charles de Gaulle
El matrimonio es una gran institución.
Elizabeth Taylor
El ruido de los tanques es ahora el ruido del Estado democrático.
Federico Trillo
La verdad es indivisible, es decir no puede reconocerse a sí misma; quien quiera reconocerla, debe ser mentira.
Franz Kafka
Llevo media vida como si estuviera pisando huevos, con un cuidado espantoso.
Isabel Preysler
Yo no pienso que la audiencia es para mis libros.
J. K. Rowling
Nunca confíes en la memoria, pues siempre está de parte nuestra; adorna lo atroz, dulcifica lo amargo, pone luz donde sólo hubo sombras. La memoria siempre tiende a la ficción.
Luis Sepúlveda
Sé el cambio que quieras ver en el mundo.
Mahatma Gandhi
Cuando hay procedimientos y recursos que vuelven innecesaria la intervención mía, me someto a los recursos y procedimientos habituales. Hay una entidad que designa y que determina. No tiene sentido ningún tipo de expresión, en este caso mía, lo que designen me va a parecer bien y nos ajustaremos a eso.
Marcelo Bielsa
Pero tenemos la obligación de esconder nuestro dolor para no aumentar el de los que nos rodean. Y ello es también un deber para con nosotros mismos, puesto que una pena excesiva impide cualquier posibilidad de consuelo y perfección, además de hacernos olvidar nuestras tareas cotidianas.
Mary Shelley
La contemplación de la grandiosidad de la naturaleza siempre confirió nobleza a mis pensamientos, haciendo que olvidara las preocupaciones cotidianas.
Yo soy siempre fiel al sistema liberal y justo que proclamó mi patria.
Simón Bolívar
Venid a mí, espíritus que servís a propósitos de muerte, quitadme la ternura y llenadme de los pies a la cabeza de la más ciega crueldad.
William Shakespeare