El invento de la imprenta facilitó mucho el manejo de la información.
George Orwell
En cierta ocasión se ha dicho: el hombre pierde la razón con su último millón. Hoy el ahorrador la pierde con su primer millón.
André Kostolany
La más completa y feliz victoria es obligar al enemigo a conseguir lo que quiere sin sufrimiento alguno para nosotros.
Belisario Porras
Mi padre era blanco, mi madre era negra, y yo aterricé en el medio. Por lo tanto, ves, no soy nada, todo lo que soy me viene de Dios.
Bob Marley
Es difícil saber en qué momento exacto comienza el amor; menos difícil es saber que ha comenzado.
Henry Wadsworth Longfellow
El poder no consiste en golpear siempre o con frecuencia, sino en golpear oportunamente.
Honoré de Balzac
La experiencia sólo vale cuando es útil a otros, y usted no es útil a nadie.
José Saramago
Musa que disponía mi alma para las armonías puras.
Ludwig van Beethoven
Al lado de la dificultad está la facilidad.
Mahoma
Nada enriquece tanto los sentidos, la sensibilidad, los deseos humanos, como la lectura. Estoy completamente convencido de que una persona que lee, y que lee bien, disfruta muchísimo mejor de la vida, aunque también es una persona que tiene más problemas frente al mundo.
Mario Vargas Llosa
La vida nos coge desprevenidos y nos obliga a caminar hacia lo desconocido cuando no queremos, cuando no lo necesitamos.
Paulo Coelho
El deseo de ser recompensado por la creatividad de uno no justifica privar al mundo en general de toda o parte de esa creatividad.
Richard Stallman
Tener el carácter firme es tener una larga y sólida experiencia de los desengaños y desgracias de la vida.
Stendhal
Estoy nerviosa esta noche. Muy nerviosa. Quédate conmigo. Háblame. ¿Por qué nunca hablas? Habla. ¿En qué piensas? ¿Qué piensas? ¿Qué? Nunca sé en qué piensas: Piensas.
T. S. Eliot
En el desprecio de la ambición se encuentra uno de los principios esenciales de la felicidad sobre la tierra.
Voltaire
La más bella palabra en labios de una persona es la palabra madre, y la llamada más dulce: madre mía.
Yibrán Jalil Yibrán