Los niños son aún el símbolo del matrimonio eterno entre el amor y el deber.
George Eliot
No permaneces casado durante treinta y cinco años por puro caso.
Ashley Judd
Que el Señor os bendiga y os proteja en el nuevo año.
Benedicto XVI
Cuando alguien a quien quieres se te va, intentas detenerlo con las manos, y esperas poder atrapar así también su corazón. Pero no es así. El corazón tiene piernas que no ves.
Federico Moccia
Sin libertad no hay obra de arte.
Francisco Javier Sáenz De Oiza
Yo formo parte de una izquierda nueva. Nunca he militado en una izquierda tradicional. Su espíritu dogmático, sectario y antidemocrático me causa repulsión. Yo pertenezco a la izquierda del siglo XXI.
Gustavo Petro
Conservar la salud mediante un riguroso régimen es la más pesada de las enfermedades.
Jean Marie Louis Coupé
Los únicos seres que son suficientemente evolucionados para transmitir un amor puro son los perros y los niños.
Johnny Depp
Es muy difícil convencer al que está persuadido de que no se debe convencer.
Mariano José de Larra
Ojalá las mujeres tuvieran acción en su vida, como los hombres. Me duele en el alma que el horizonte que hay sea siempre nuestro límite. A veces anhelo tener un poder de visión que consiga sobrepasarlo. Si fuera capaz de ver todo lo que imagino.
Mia Wasikowska
Los que reniegan de Dios es por desesperación de no encontrarlo.
Miguel de Unamuno
Las puertas de nuestro país están abiertas a todos aquellos que quieran volver a casa y ayudar a la sociedad.
Mohammad Najibulá
Sé amable con todos a todas horas. De forma exagerada.
Patch Adams
Nadie puede decir voy a hacer una obra de arte, nadie puede decir soy artista. Es la permanencia en el tiempo lo que hará que esa obra posiblemente sea una obra de arte.
Pérez Celis
El tiempo es vida; y resulta indigno vender al mejor postor lo que nos ha sido regalado.
Raimon Samsó
Huye, Adso, de los profetas y de los que están dispuestos a morir por la verdad, porque suelen provocar también la muerte de muchos otros, a menudo antes que la propia, y a veces en lugar de la propia.
Umberto Eco