Nada es; todo deviene.
Georg Wilhelm Friedrich Hegel
Tengo que decir que el arte es el proceso por el cual reconstruimos la divina realidad haciéndola surgir del caos.
Aldous Huxley
Le cantaré unas seguidillas porque además de andaluza soy artista.
Antonia García de Videgain
Yo canté mi canción que se llama En esta canción. David Foster escribió la canción para mí. Pensé que debía cantar una canción balada. Pensé que le encantaría.
Charice Pempengco
Por la lentitud y el tamaño, era una cucaracha muy vieja. En mi arcaico horror por las cucarachas aprendí a adivinar, aún a la distancia, sus edades y peligros; incluso sin haber encarado nunca realmente a una cucaracha conocía sus procesos de existencia.
Clarice Lispector
Ella era una creyente. Sabía mucho de lo que creía estaba más allá. Siempre más allá. Cada día fregaba, lavaba. Había muy poco tiempo para cantar o pensar en la gloria. Su mente y la suya, parecían ir juntas.
Diane Kruger
En el mundo hay sólo dos maneras de triunfar: por la propia capacidad o por la imbecilidad ajena.
Jean de la Bruyere
El mal no es una cosa, es una ausencia de cosas.
Jo Nesbø
Dios no es más que el espíritu humano proyectado al infinito.
Ludwig Feuerbach
A veces hay que retroceder dos pasos para avanzar uno.
Marlene Dietrich
La sangre se hereda y el vicio se apega. Quien fuere cual debe, será como tal premiado y no purgará las culpas de sus padres.
Mateo Alemán
Un fotógrafo sin una revista a sus espaldas es como un agricultor sin campos.
Norman Parkinson
Las obras no se acaban, se abandonan.
Paul Valéry
Ninguna cosa es ella misma.
Rainer Maria Rilke
En los cuchillos y tenedores se habían pegado las lágrimas de mis enemigos ajusticiados, y al tintineo de los vasos se unían los sollozos de innumerables desgraciados; sin embargo, las estelas de las lágrimas me daban risa, mientras que los sollozos de desesperación adquirían un sonido musical a mis oídos. Necesitaba música para amenizar el banquete, y la tenía.
Robert Walser
La esperanza está, primordialmentete, en los que no hallan consuelo.
Theodor Adorno