El francés es un hombre muy agradable cuando empieza a creer en Dios por segunda vez.
Georg Christoph Lichtenberg
El Señor prefiere a la gente corriente, por eso ha hecho tanta.
Abraham Lincoln
Si quieres construir un barco, no empieces por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo, sino que primero has de evocar en los hombres el anhelo de mar libre y ancho.
Antoine de Saint-Exupéry
Mi presencia ha dejado de ser necesaria aquí
Bernardo O'Higgins
¿Me guardas un secreto? Estoy organizando una fuga de presos, y busco un cómplice. Primero hay que salir de este bar, luego del hotel, luego de la ciudad y luego del país. ¿Estás conmigo?
Bill Murray
El amor de un niño es puro, absoluto, desinteresado.
Carlos González
Cuando jugó 45... h5 no podía creer a mis propios ojos.
Garri Kaspárov
Todo delito que no se convierte en escándalo no existe para la sociedad.
Heinrich Heine
La conciencia, en cambio, permite el encuentro de los seres, el reconocimiento del otro como otro. ¿Podrían desarrollar sentimientos recíprocos un par de ordenadores en red?.
Hubert Reeves
Como regla general, un optimista es un tipo que no está suficientemente informado.
J. B. Priestley
El peor mal de un carácter indeciso y débil es que jamás se puede contar con él enteramente.
Jane Austen
LLevo pensando con mis entrañas desde los 14 años y, francamente, he llegado a la conclusión de que mis entrañas piensan con el culo.
John Cusack
Cuando se quiere dar amor, hay un riesgo: el de recibirlo.
Molière
Sólo en la medida en que descubran que alojan al opresor podrán contribuir a la construcción de su pedagogía liberadora. Mientras vivan la dualidad en la cual ser es parecer y parecer es parecerse con el opresor, es imposible hacerlo.
Paulo Freire
El libro es fuerza, es valor, es fuerza, es alimento; antorcha del pensamiento y manantial del amor.
Rubén Darío
Ejercita cada día tus ojos poniéndote frente al espejo. Tu mirada debe aprender a posarse silenciosa y pesadamente sobre el otro, a disimular con velocidad, a aguijonear, a protestar. O a irradiar tanta experiencia y sabiduría que tu prójimo te dé la mano temblando.
Walter Serner