¡Oh, para qué tantas palabras!... Usted lo ama, sin duda... Sus miedos, sus terrores, todo eso es también amor y del más delicioso. El amor que uno no se confiesa.
Gastón Leroux
¿Quién debe morir para que el mundo se paralice por completo y desistamos de nuestras costumbres diarias? ¿Qué persona es suficientemente importante para que todo varíe de manera visceral?
Albert Espinosa
Ya a mi edad no se le teme a nadie, cuando no se le teme a la muerte.
Alberto Lleras Camargo
La felicidad agrupa, pero el dolor reúne.
Alfred Bougeard
En el pasado el intervalo entre cambios era mucho mayor que la vida humana... hoy es al contrario, y por tanto nuestra formación debe prepararnos para una continua novedad de condiciones de vida.
Alfred North Whitehead
El amor por esta patria sea la llama a través de la cual nuestro señor y la Santisima Virgen me iluminen para acertar.
Álvaro Uribe Vélez
Que tiene amargo el fondo.
Anónimo
Una vez me preguntaron qué es lo más inquietante que se podía ver en la pantalla y dije: una puerta abierta.
Christopher Lee
La insignificancia es siempre una garantía de seguridad.
Esopo
Una pasión tiene que tener algo de clandestino, algo de transgresor y algo perverso.
Graham Greene
Triunfar es... ¡Sentirte auténticamente humano!
Héctor Tassinari
La ambición suele llevar a las personas a ejecutar los menesteres más viles. Por eso, para trepar, se adopta la misma postura que para arrastrarse.
Jonathan Swift
Es verdad que ya entonces no era un espacio en blanco. Se había ido llenando desde mi niñez, de ríos, de lagos, de nombres. Había dejado de ser un misterioso espacio en blanco, un lugar vacío para ser colmado con los sueños de gloria de un infante.
Joseph Conrad
Sin un apoyo estatal directo del proletariado europeo, la clase obrera de Rusia no podrá mantenerse en el poder y transformar su dominación temporal en una dictadura socialista duradera. De ello no cabe dudar ni un instante.
León Trotski
Nada hay que el Moro con placer no tome, y con placer más grande bebe y come.
Luís de Camões
Los ojos se le habían transformado en huevos de cristal inestable que vibraban con una frecuencia de algo que llamaban lluvia y un ruido de trenes, haciendo brotar de golpe y entre zumbidos un bosque de espinas de cristal, finas como cabellos.
William Gibson