Comprender la belleza significa poseerla.
Friedrich Wilhelm Lübke
La televisión es el primer sistema verdaderamente democrático, el primero accesible para todo el mundo y completamente gobernado por lo que quiere la gente. Lo terrible es, precisamente, lo que quiere la gente.
Clive Barker
Señores, se ha demostrado que hay una vida mejor, y nos la estamos pegando nosotros.
El Gran Wyoming
El teatro es poesía que se sale del libro para hacerse humana.
Federico García Lorca
Algo similar se nos exige a los que consideramos la plutocracia como un veneno o el actual Estado plutocrático como algo semejante a una cueva de ladrones.
Gilbert Keith Chesterton
El amor es un rayo de luna.
Gustavo Adolfo Bécquer
El imperialismo nos acusa a nosotros de guerreros o de guerreristas; no somos guerreristas, Irán no ha invadido a nadie, la revolución islámica de Irán no ha invadido a nadie, la revolución bolivariana no ha invadido a nadie, no le hemos lanzado una bomba a nadie.
Hugo Chávez
Su prioridad no parecía ser enseñarles lo que sabía, sino para impresionar a los que nada, ni siquiera... conocimientos, era infalible.
J. K. Rowling
Adoro el cuerpo. Porque la carne es honesta y los órganos no mienten.
John Keats
Quiero más rating, Quiero más dólares Quiero más pifias, Quiero más soles Quiero más petroleo, Quiero más dólares Quiero más libras, Quiero más guerras.
Jorge González
La paz social, objetivo de toda sociedad, se consigue poniendo al individuo en mejores condiciones para resistir que para atacar.
José Eusebio Caro
Y el gran lazo que sostiene a la sociedad es, por una incomprensible contradicción, aquello mismo que parecería destinado a disolverla; es decir, el egoísmo.
Mariano José de Larra
Emplee mi trabajo a conocer todos los elementos y sus compuestos, y encontré que los compuestos de uranio son activos. Lo mismo sucedía con los compuestos de torio.
Marie Curie
Si la perfección no fuera quimérica, no tendría tanto éxito.
Napoleón Bonaparte
Es poco ser poeta: hay que estar enamorado.
Nicolás Boileau
El viento era cada vez más potente. Silbaba con fuerza y hacía que los dos mástiles se combaran como cañas de pescar. Las olas se alzaban y, con la sencillez de quien salta un simple leño, pasaban de un lado al otro del barco, agitadas como una banda de facinerosos, y entonces se las llevaba la corriente. En aquellos momentos, las escotillas se convertían en cataratas.
Takiji Kobayashi