El día sigue a la noche cerrada, y cuando viene el tiempo, maduran hasta los más tardíos frutos.
Friedrich Schiller
No creas todo lo que vean tus ojos... La imagen de la realidad que nos brindan nuestros ojos es sólo una ilusión, un efecto óptico.
Carlos Ruiz Zafón
Es igual que me perdones o no, toda la vida serás en mi alma una llaga, y yo en la tuya: así debe ser...
Fiódor Dostoyevski
La novela es un género sin forma, porque en ella cabe todo.
Francisco Ayala
Aquí tenemos una lucha a muerte contra la corrupción. Y hay unos poderes que están funcionando. Nunca antes funcionaron como hoy los poderes venezolanos en plena autonomía.
Hugo Chávez
La mojigatería no es más que la cara opuesta de la lascivia.
Isaac Asimov
Sentí lo que sentimos cuando alguien muere: la congoja, ya inútil, de que nada nos hubiera costado ser más buenos.
Jorge Luis Borges
Jamás renunciaré a mi espada por un anillo.
Lily James
El conocimiento comienza por la práctica y todo conocimiento teórico, adquirido a través de la práctica, debe volver a la práctica.
Mao Zedong
Era consciente de que pertenecía al público, pero no por mi físico o por mi belleza, sino porque nunca antes había pertenecido a nadie.
Marilyn Monroe
Todos los hombres tienen la misma parte de felicidad.
Marlene Dietrich
Lo que nos permite sobrevivir como especie no es la inteligencia ni la fuerza, sino nuestra capacidad de adaptación.
Natalia Gómez Del Pozuelo
Las cosas cambian, la gente cambia, y el mundo seguía girando al otro lado de la ventana.
Nicholas Sparks
El que teme sufrir ya sufre el temor.
Proverbio Chino
Toda obra de arte tiene un autor, pero cuando es perfecta, sin embargo, tiene algo de anónima. Imita el anonimato del arte divino. La belleza del mundo, por ejemplo, es muestra de un Dios a la vez personal e impersonal, y ni lo uno ni lo otro.
Simone Weil
En el campo de las creencias religiosas la Reforma introdujo cambios profundos. La Biblia adquirió entonces una autoridad nueva y de mayor alcance. La generación anterior consideraba que las Sagradas Escrituras eran peligrosas en manos de personas iletradas y debieran ser leídas sólo por sacerdotes.
Winston Churchill