Las mujeres tienen ojos de lince para ver las debilidades de las mujeres.
Friedrich Schiller
Tiene derecho a criticar, quien tiene un corazón dispuesto a ayudar.
Abraham Lincoln
¿No fue tu voz la que habló en mis Diez Mandamientos? ¿Quién temerá el fulgor de tu rayo, ¡Oh Señor!, si el trueno de tu cólera puede ser aplacado por el gorjeo de un pájaro?
Axel Munthe
En los corazones de los hombres más temerarios hay cuerdas que no se dejan tocar sin emoción.
Edgar Allan Poe
El doctor se puso en pie, blanco como un cadáver, y esbozó una deplorable sonrisa de hiena; pero no intentó resistirse. Incluso, sin soltar la estilográfica, ofreció sus manos al policía para que lo esposara adecuadamente. Tenía cierta expresión canina en los ojos y mostraba, ya sin ningún disimulo, sus dientes minuciosamente afilados.
Francisco Tario
Vivo: es decir, me diferencio de todos los demás.
Friedrich Hebbel
Cuando era un Beatle pensaba que éramos el grupo más grande del mundo, y que eso me hacía ser como era.
John Lennon
Que es amor en la vida luz y consuelo, tesoro de esperanzas y don del cielo. ¡Ay, virgen pura, el amor es el alma de la hermosura!
José Selgas
Mi querida señorita Gloria, Los robots no son personas. Ellos son mecánicamente más perfecto que nosotros, tienen una capacidad intelectual asombrosa, pero no tienen alma.
Karel Capek
Los únicos que ansían la guerra y no quieren la paz son los grupos del capital monopolista del puñado de países imperialistas que se enriquecen con la agresión.
Mao Zedong
Para hacer la guerra hacen falta tres cosas: dinero, dinero y más dinero. Hay guerras más baratas pero se suelen perder.
Marlene Dietrich
Aunque había sido derribado por un burro, aprendí que humillar a otra persona es hacerle sufrir un destino innecesariamente cruel.
Nelson Mandela
Las autoridades son legítimas cuando sirven al bien, cesan de serlo al cesar de servirlo.
Ramiro de Maeztu
A veces, la fuerza de la resonancia puede derribar hasta un puente.
Shia LaBeouf
La vida es suerte, búscala.
Teresa de Calcuta
Más vale no haber oído nunca los nombres de afán y de justa ambición, que vivir desconcertado e inquieto por un espíritu que, a cada paso, se vuelve atrás para considerar su obra; luego vuelve a cobrar ánimos para seguir, y nuevamente siente que algún vano pensamiento pende amenazador, como un veto, sobre sus esperanzas.
William Wordsworth