Es preciso no dejarse llevar a engaño: ¡no juzguéis!, dicen, pero ellos mandan al infierno a todo lo que los estorba. Al hacer que Dios juzgue, son ellos mismos los que juzgan: al glorificar a Dios, se glorifican a sí mismos...
¿Es esto un día de días? Para mí, ¡ay!, es esto muy claro; no es sino el funeral de un año que pasó.