... se debe llegar a ser bienaventurado porque se cree...
Friedrich Nietzsche
La poesía es la espada que tatúa la maldad en la frente de los viles. ¡Por eso escribo poesía!
Adolfo Caballero Guirado
Yo no miento nunca, cuando digo una cosa se convierte en verdad. Y amén.
Carmina Barrios
Cuídate de que nadie te odie con razón.
Catón
Atrae la felicidad a risotadas, a palmadas de gratitud.
César Fernández García
Una obra de arte es un rincón de la creación visto a través de un temperameneto.
Émile Zola
Siempre te da rabia perder un derbi, pero más este derbi, porque siempre se pierde.
Enrique Cerezo
Si no es útil nuestra obra, la gloria es una estupidez.
Fedro
40 años pidiendo permiso para ir a mear. No me sale una gota si no lo pido.
James Whitmore
Nuestra tarea, aún no cumplida, consiste en demostrar que la insastifecha aspiración del hombre por el progreso económico y la justicia social puede alcanzarse mejor si los seres humanos trbajan en el marco de unas instituciones democráticas... Vamos a transformar de nuevo el hemisferio occidental en un vasto crisol de ideas revolucionarias y esfuerzos.
John F. Kennedy
Por supuesto, un escritor no puede dejar de tener su propio punto de vista. Por ejemplo, en cuanto a por qué escribo, sigo pensando como hace una docena de años, cuando pensaba que debía escribir para concientizar a mi pueblo, a la humanidad, para ayudarlos a mejorar.
Lu Xun
Juzgo todo por las sensaciones.
Marqués de Sade
Lámparas que se apagan, esperanzas que se encienden: la aurora. Lámparas que se encienden, esperanzas que se apagan: la noche.
Omar Jayam
A la sombra de un árbol, un libro de versos, un jarro de vino y una hogaza de pan, y tú cantando junto a mí en medio del desierto. ¡Oh, el desierto sería ya para mí colmado paraíso!
Todo filósofo de profesión está obligado a creer, sin serio examen, en la realidad de algún objeto al que puedan aplicarse los métodos intelectualistas. En efecto, la existencia espiritual del filósofo depende toda de esa posibilidad.
Oswald Spengler
El canto vuela, con sus alas: armonía y eternidad.
Rubén Darío